Anuncios de dulces podrían estar perjudicando a niños

Un nuevo estudio ha demostrado que la publicidad es capaz de modificar las decisiones, preferencias, y conductas alimentarias de la población infantil, quien se encuentra en una posición de vulnerabilidad puesto a que se ha convertido en el target principal de la publicidad de alimentos.

La población infantil no es capaz de diferenciar, hasta los cinco o seis años, entre lo que es el entretenimiento y la publicidad. Esto quiere decir que los niños van a observar, con el mismo nivel de atención, los anuncios y los programas en la televisión. Entre los ocho y 12 años empieza la etapa de entender el objetivo de los anuncios, pero aún así seguirán siendo vulnerables a estos estímulos publicitarios..

Un informe de la Comisión Europea mostró recientemente como la población infantil y adolescente está expuesta a cinco anuncios diarios de alimentos y bebidas poco saludables. En el caso de España, según un estudio realizado por la Universidad de Sevilla, nueve de cada 10 anuncios de productos que apuntaban a la población infantil en 2021 fueron de productos ultraprocesados (chocolates, galletas, comida rápida y cereales de desayuno). Todo esto sin tener en cuenta el verdadero impacto publicitario que reciben los menores en la vía pública, incluso en los supermercados.

Hay a disposición evidencia científica que constata que la publicidad influye en la dieta de los individuos. Una revisión sistemática recién publicada en JAMA Pediatrics expone el cómo la publicidad es capaz de modificar decisiones, preferencias, y hábitos alimentarios de la población más joven. Es por esto que algunas marcas siguen una estrategia consciente que busca normalizar y disminuir la percepción del riesgo relacionada al consumo de los productos ultraprocesados que venden.

La publicidad alimentaria que apunta al público infantil emplea distintos tipos de herramientas y recursos de animación. Como por ejemplo, los astronautas de los anuncios de Actimel, el conejo de Nesquik, o el perro de Chocapic. También utilizan mensajes que vinculan estos productos ultraprocesados con la diversión. Incluso, existe un componente de presión. Es probable que si un niño pide a su tutor más de tres veces unas galletas concretas, la probabilidad de que se las compre regularmente aumenta. A su vez, el menor puede sentir frustración o enojo si no se le compra el producto. En síntesis, existe todo un segmento de la industria alimentaria que se dedica a intentar vender sus productos a los menores, o concretamente a las madres y padres.

Es fundamental analizar el entorno alimentario actual, donde lo que se tiene más disponible, y se desea más son aquellos productos ultraprocesados. Estos son insumos de bajo costo, sabrosos, y cuentan con un acceso verdaderamente sencillo, pero con un valor nutricional nulo, como por ejemplo las bebidas azucaradas (refrescos, zumos y bebidas lácteas).

La publicidad y promoción de estos productos influye notablemente en la obesidad infantil, es ahí donde ha de ser evidente que los intereses económicos de las industrias alimentarias y los intereses de la salud pública no muchas veces coinciden.

Por ello hay que insistir en que se implementen políticas de protección de la salud, comprendiendo el efecto psicológico que estos anuncios de comida chatarra causan en los niños, y como no también, en la alimentación que sus propios padres o tutores legales les brindan.

+Datos:
Durante el año pasado en Reino Unido se prohibió cualquier tipo de anuncio relacionado a productos procesados antes de las nueve de la noche. Uruguay, junto con otros países, ha estado adelantado al prohibir la publicidad de alimentos no saludables en espacios frecuentados por la población infantil.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.