Brasil: el indigenista Bruno Pereira y el periodista Dom Phillips fueron asesinados de varios disparos

La policía federal arrestó a un tercer sospechoso de haber participado del crimen.

La Policía Federal (PF) de Brasil confirmó que los restos mortales hallados en una zona remota de la Amazonía brasileña corresponden al indigenista Bruno Pereira y que su muerte y la del periodista británico Dom Phillips fueron por “arma de fuego, con munición típica de caza”.

En un comunicado, la PF afirmó que los “restos de Bruno Pereira forman parte del material” que está siendo analizado y explicó que la muerte de Phillips -cuyos restos fueron identificados el viernes por la noche- fue causada por un disparo en el tórax y que Pereira fue alcanzado por tres tiros, uno de ellos en la cabeza; los otros dos fueron en el pecho.

La policía federal, además, dijo el sábado que arrestó a un tercer sospechoso en el asesinato del periodista británico y del experto indígena en la selva amazónica hace casi dos semanas.

Jeferson da Silva Lima estaba prófugo, pero se entregó a la comisaría de Atalaia do Norte en el remoto valle de Javarí, en la frontera con Perú y Colombia. ”El detenido será interrogado y remitido a una audiencia de custodia”, dijo la policía federal en un comunicado.

Phillips, un reportero independiente que había escrito para The Guardian y The Washington Post, estaba investigando para un libro sobre el viaje con Pereira, un exjefe de tribus aisladas y contactadas recientemente en la agencia federal de asuntos indígenas Funai. Desaparecieron el 5 de junio mientras viajaban solos por la región en un bote.

La policía arrestó a Amarildo da Costa Oliveira, un pescador que confesó haber matado a los dos hombres, y a su hermano, Oseney da Costa, quien fue detenido a inicios de esta semana. La policía federal dijo el viernes que los asesinos actuaron solos, información que el grupo indígena local Univaja cuestionó, y agregó que había informado a las autoridades en numerosas ocasiones que había un grupo del crimen organizado que operaba en el Valle de Javarí, una región inhóspita que también ha atraído a los contrabandistas de cocaína, así como a cazadores y pescadores ilegales.

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