Primera consecuencia: la más visual. Las fugas están dejando enormes alfombras de burbujas en la superficie del mar Báltico. Se calcula que la más grande ha llegado a tener 1 kilómetro de diámetro.
Segunda consecuencia: tráfico marítimo y aéreo desvíado. Las autoridades danesas han delimitado una zona de seguridad. No pueden pasar barcos y los aviones tienen prohibido sobrevolar la zona.
Tercera consecuencia: la contaminación. Se calcula que en los tubos destruidos había acumulados unos 150.000 metros cúbicos de metano. Trasladado a dióxido de carbono, equivale a lo que contaminan todos los tubos de escape de todos autos por ejemplo de España durante un año entero, según Greenpeace. Ya lo llaman ‘el chapaporte invisible’.
Cuarta consecuencia: la avería es ya irreversible. El agua marina ha entrado en las tuberías del Nord Stream y ha corroído su interior. El gobierno alemán lo da por inutilizado para siempre, de hecho. La gran infraestructura europea que ha transportado desde 2011 miles de millones de metros cúbicos de gas ruso a Europa, ni funciona ni volverá a funcionar.
Quinta consecuencia: afecta los bolsillos de todos los europeos. Los precios del gas vuelven a estar disparados.