Conmueve en Argentina la historia del arriero que murió congelado intentando salvar sus cabras

Cuando encontraron sus restos, junto a él estaban su caballo y sus dos perritos.

La Pampa Ferraina, al norte de la provincia de Neuquén en Argentina, se tiñe de blanco en esta época del año. Tomás Sura era criancero, como denomina el lenguaje rural a los arrieros y pastores trashumantes que habitan las tierras patagónicas. Conocía muy bien el paisaje, los secretos del desierto y las inclemencias del clima a partir de abril según el relato del canal de noticias TN.

Sura regresaba con sus animales de la veranada -pastoreo que se hace en la zona alta, entre noviembre y abril- desde el paraje de montaña Los Cerrillos, casi en la frontera con Chile. Al igual que todos los arrieros de la zona, bajaba al llano para la invernada. Un temporal de nieve lo sorprendió a 3000 metros de altura, donde los vientos del Pacífico desembocan en el hueco entre el volcán Domuyo y el tramo final de la Cordillera del Viento. Murió congelado a los 59 años.

Estuvo desaparecido nueve días, hasta que el 29 de abril se halló su cadáver. Otros cuatro crianceros que -al igual que él- se dirigían a sus invernadas también se vieron amenazados por la nevada y viento blanco a más de 100 kilómetros por hora, aunque tuvieron mejor suerte y fueron rescatados. El hombre no murió solo. “Lo encontraron con una de sus manos sujetando a su caballo y la otra un rebenque. Sus dos perritos estaban a un costado, congelados como él”, cuenta Inés Sura, sobrina de la víctima, en diálogo con TN.

Don Sura o “Chuma”, como lo llamaban cariñosamente familiares y conocidos, había salido de su refugio con más de 300 cabras para continuar sus hábitos trashumantes. La última persona que lo vio con vida fue Sergio Tapia, que solía trabajar junto a él y lo escoltaba con su camioneta en el momento de la desaparición.

El periodista Mariano López Blasco del canal argentino relata que Tapia soportó durante horas el cruento temporal en la soledad del desierto blanco. Primero esperó el encuentro con su amigo y luego, cuando el frío mordía y el reloj acechaba (Sura, además, no llevaba suficientes provisiones para permanecer varios días solo en la altura), lo fue a buscar. Nunca lo encontró. “Un jueves nos alojamos en Los Tachos, un lugar cercano al volcán Domuyo”, relata el hombre a TN. “Al otro día arreamos bien temprano y subimos hasta el Arroyo de la Totora. Ahí lo dejé a Don Sura con mi caballo de tiro y volví a buscar la camioneta, que estaba abajo, a una hora y media de distancia. Y después ya no lo volví a ver”.

Tapia cuenta que al volver se encontró con el temporal de lleno: “A eso de las cinco de la tarde el viento blanco era muy fuerte y había mucha nieve. En un rato me habré enterrado unas 14 veces, hasta que empezó a caer la helada y la camioneta se congeló del lado de arriba. Fue imposible moverla, a pesar de que me pasé todo el rato usando la pala para sacar la nieve”. Pese a la amenaza de un clima cada vez más feroz, Tapia decidió pasar la noche en la camioneta en medio del temporal. No podía avanzar, pero tampoco quería irse. No concebía la idea de abandonar a su compañero.

“Las horas pasaban y entré a pensar y a pensar, ¿viste? Me quedé quieto ahí porque tenía la esperanza de que él volviera”, recuerda Tapia, convencido de que su compañero se desvió del camino mientras arreaba a los animales y el temporal no le dio tiempo: “Al día siguiente me traje un poco de comida y ropa seca y volví caminando. Caminé desde el mediodía hasta las ocho de la noche. Pasé por tres refugios y nunca pude encontrarlo”. Tanto los familiares de Sura como de otros seis crianceros atrapados por el temporal dieron aviso a la Policía. Personal de la Comisaría 30 de Andacollo, empleados municipales y baqueanos encontraron sanos y salvos a cuatro de ellos. En otras zonas cordilleranas no hubo novedades sobre David Bascur, que se había caído al Río Agrio -a 18 kilómetros de la localidad de Loncopué- con su caballo y finalmente fue hallado muerto el 9 de mayo. Tampoco sobre Tomás Sura. “Él con su arreo demoraba de 10 a 12 días, dependiendo del clima y de la cantidad de animales. Este trabajo muchas veces lo hacía con su hermano Horacio, y con Sergio Tapia, que se salvó de congelarse”, retoma Inés Sura.

“(Sura) Se congeló de pie tratando de salvar a sus últimas chivas. No tuvo tiempo siquiera de aflojar la montura de su caballo”, cuenta Juan Contreras, que participó de los rastrillajes y presenció el hallazgo del cuerpo. Y describe la escena donde se apagó la vida del criancero: “Con un temporal ahí no ves más de 20 centímetros. Estás a ciegas adentro de un lavarropas gigante de nieve y viento”. La camioneta que había quedado varada quedó enterrada en la nieve. Los mismos vecinos y vecinas que habían participado de la búsqueda de Sura la encontraron el 9 de mayo. Para sacarla fueron necesarias siete camionetas, una moto y una máquina retroexcavadora.

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