Corea-Japón 2002: una remontada colosal maquilló el fracaso de la Celeste

Uruguay se despidió con un memorable 3-.3 ante Senegal pero no pasó la fase de grupos en lo que fue el último Mundial con polémicas en l interna de la Selección.

Uruguay se presentó en la Copa del Mundo Corea-Japón 2002 con la base de las generaciones Sub 20 que en 1997 (en Malasya) y 1999 (en Nigeria) habían estado entre los cuatro mejores, repitiendo también a quien fuera el entrenador en esos dos Mundiales Juveniles, sin embargo no pudo siquiera sortear la fase de grupos ante Dinamarca, Francia y Senegal.

Fue el último Mundial en el que se registraron problemas internos en la Selección Uruguaya, algo que era moneda corriente pero que a partir de Sudáfrica 2010 cambiaría.

El proceso de clasificación a este Mundial 2002 tuvo a Daniel Passarella como entrenador, pero terminó renunciando justo en el medio de la Eliminatoria. Mientras el argentino armaba las valijas y la selección se quedaba sin técnico, Eugenio Figueredo, presidente de la AUF, llamó en forma urgente a Víctor Púa para que le apagara el incendio. En ese momento Púa estaba en Perú con la Sub 17, a punto de debutar en el Sudamericano; dejó a Juan Jacinto Rodríguez a cargo de la juvenil y viajó de apuro a Montevideo para ponerse al frente de la mayor, en este caso no en forma interina como tantas veces, sino hasta el final de la Eliminatoria, aunque sin extensión automática en su contrato en caso de clasificar al Mundial.

Passarella había dejado a Uruguay en el 5° puesto pero había dirigido el tramo más favorable (locatario en 5 partidos ante los rivales más débiles). A Púa le tocaba la parte más complicada. Debutó perdiendo ante Paraguay en el Centenario, se repuso ganando en Chile y a Brasil en Montevideo, después vino la Copa América en Colombia donde llegó hasta semifinales con un plantel de jugadores locales, y en la reanudación de la Eliminatoria perdió con Venezuela en Maracaibo. Uruguay seguía 5° y mantendría esa posición al ganar en Lima y empatar los últimos tres partidos, con Colombia en el Centenario (era el rival que venía 6° a 4 puntos), con Ecuador en Quito y con Argentina.

Luego conseguiría la clasificación al Mundial en repechaje con Australia, perdiendo 1-0 en Melbourne y ganando 3-0 en el Centenario.

Cuando se disputó el Mundial, durante la estadía de la selección en Corea hubo problemas de todo tipo. Pero el mal relacionamiento de algunos jugadores con el técnico, de los futbolistas entre ellos (estaban divididos en dos grupos), de los jugadores con la prensa, ya venían de antes.

Un amistoso en el Centenario, el 13 de febrero de 2002 ante Corea del Sur, marcó el inicio de la etapa de preparación rumbo al Mundial. 

Para este encuentro Púa convocó a Sebastián Abreu, un futbolista al que reclamaba la gente pero que jamás había entrado en los plantes del técnico. Apenas iban 6 minutos cuando mandó una pelota a la red y más tarde otra. Ganó Uruguay 2-1. 

Un mes y medio después, para un amistoso ante Arabia, Púa convoca a otro jugador que nunca habían citado ni él ni Passarella, y que era pedido por la afición y el periodismo: Diego Forlán. Hacía poco había fichado en el Manchester United pero ya traía antecedentes como para ganarse un llamado a la selección: en las tres temporadas anteriores, en Independiente, había convertido 37 goles en 80 partidos.

Y al igual que Abreu, también Forlán aprovechó su chance: iban 4 minutos en su debut con la Celeste y ya convirtió un gol. Uruguay perdió 3-2 con Arabia pero Forlán se ganó un lugar en el plantel.

Si el proceso de Passarella estuvo salpicado de polémicas, ¡qué dejamos para el ciclo de Púa!

En marzo de 2002 Daniel Fonseca había vuelto a Uruguay para aumentar su chance de ser citado para el Mundial. Debutó con Nacional el 10 de marzo ante Paysandú Bella Vista y 19 días después Púa lo incluyó entre los 27 preseleccionados. 

Su convocatoria generó un gran rechazo popular pues se entendió que se trataba de una imposición de Casal. 

Pero Fonseca se quedó sin Mundial. El “Tigre” no estuvo en los primeros tres amistosos del 2002; en el cuarto y quinto (Estados Unidos y China) quedó en el banco, y allí se dio la noticia de que una ampolla en la planta de su pie le impediría estar en condiciones físicas, por lo tanto Púa decidió dejarlo fuera del plantel para el Mundial.

Los partidos de preparación previos al Mundial se habían iniciado en febrero con el amistoso ante Corea (2-1), al que le siguió el de Arabia en marzo (2-3), Italia en abril (1-1), y ya en el camino hacia Corea se jugaron otros dos: con Estados Unidos en (1-2) y China (2-0).

Después de doce años ausente, volvía Uruguay a los Mundiales. El debut en la ciudad de Ulsan (Corea) era ante Dinamarca, y resultaba inevitable recordar aquel 6-1 de México ’86.

Carini; Méndez, Montero, Sorondo y Darío Rodríguez; Gustavo Varela, Pablo García y Guigou; Recoba; Darío Silva y Abreu fue la oncena en el debut. Antes de irse al descanso cayó el gol de Tomasson, pero apenas iniciado el segundo tiempo vino el golazo de Darío Rodríguez, empalmando la pelota de volea desde afuera del área. 

Parecía que el debut se saldaba con empate y no era mal resultado. El día anterior Francia había perdido con Senegal, por lo que todos quedarían con chances parejas de clasificar.

A los 35’ Púa mandó a Regueiro por Recoba, y a los 38’ otra vez apareció Tomasson vestido de verdugo.

Quedaban pocos minutos y ya no habría tiempo para el empate.

En el segundo encuentro Uruguay enfrentaba a Francia, que venía de perder en el debut ante Senegal, pero era el campeón del mundo.

Horas antes habían empatado Dinamarca y Senegal, quedando ambos con 4 puntos contra 0 de uruguayos y franceses que, con ese panorama, quedaban obligados a ganar ese partido o, en caso de empatar, deberían lograr un triunfo en la última fecha.

Púa movió el tablero y armó una línea de tres con Lembo, Montero y Sorondo, dejando fuera a Méndez, sindicado como responsable de los goles ante Dinamarca.

En el medio se mantuvo García pero entró Marcelo Romero por Guigou, pasando Varela como carrilero derecho y Darío Rodríguez por la izquierda.

Arriba mantuvo a Recoba con Darío Silva y Abreu.

A los 25 minutos Francia quedó con uno menos por la expulsión de Henry que le entró con una plancha a Romero.

Uruguay tenía un jugador más pero no aprovechaba la ventaja y cuando tuvo ocasiones para convertir las desaprovechó. Como una en la que Magallanes (había entrado por Darío Silva) quedó solito frente al arquero Barthez pero definió al bulto. Y otra en la que Recoba tiró al arco sin ángulo cuando tenía a Abreu libre de marcas para definir. Fue en este encuentro cuando surgió el rumor de que Recoba y Abreu estaban peleados y por eso el Chino no le pasaba la pelota al Loco. Todo fue a raíz de esa jugada en la que Uruguay llegó de contragolpe y casi no había franceses para defender, entonces Recoba eludió a Barthez que salió fuera del área a cortar, pero la pelota se le fue muy contra la izquierda y desde allí remató al arco, con poco ángulo, teniendo a Abreu solo en el área.

Con empate 0-0 se cerró el juego y eso obligaba a Uruguay a ganar contra Senegal para poder pasar a octavos de final.

En este partido también surgió la versión de que Magallanes se puso a sí mismo, pasando por encima de Púa quien no había ordenado su ingreso. 

El 11 de junio en Suwon (Corea), ante Senegal, solo un triunfo posibilitaba que Uruguay se metiera en octavos de final. Dinamarca y Senegal tenían 4 puntos contra uno de Uruguay y Francia. 

No importaba el resultado de Francia-Dinamarca. Ya era seguro que de Senegal-Uruguay saldría un clasificado. 

No había que andar con la calculadora esta vez. Era ganar o despedirse del Mundial.

“El equipo jugó como yo quiero” había dicho Púa tras el 0-0 con Francia. Por eso no extrañó que repitiera la misma oncena.

A los 20’ Montero cedió corta una pelota a Carini y Diouf aprovechó el regalo, intentó eludir al arquero y se zambulló. El árbitro holandés Wegereef “compró” y señaló penal. 

A los 26’ Diop ponía el 2-0 y Púa hizo un cambio de apuro: Regueiro por Sorondo, delantero por zaguero.

A los 38’ otro error arbitral propició un gol senegalés: Diop recibió en posición adelantada, puso el 3-0 y la lápida para la Celeste.

Cuando el árbitro pitó el final del primer tiempo, la pelota justo estaba en posesión de Diouf, ubicado a pocos metros del banco de Uruguay. Y tras el silbato, este senegalés no tuvo peor idea que empezar a hacer jueguito con la pelota. Los suplentes saltaron como resorte y lo querían trompear. Con los ánimos caldeados se fueron a camarines.

Durante los quince minutos del intervalo pasó de todo. Darío Rodríguez y Richard Morales rumbearon hacia el vestuario de Senegal en busca de un “ajuste de cuentas”. Años más tarde, ambos confesarían, riéndose de sí mismos, que al llegar a la puerta del vestuario se encontraron con los ursos que trabajaban en la seguridad, y así como llegaron se fueron. 

A todo esto, en el otro vestuario, se gestaban dos variantes en el equipo para ir en busca del milagro. Ingresaban Forlán y el “Chengue” por Abreu y Romero. 

En esos 45’ finales para defender quedaron solo Lembo y Montero, con Pablo García delante de ellos. Después, todos al ataque: Varela y Darío Rodríguez como volantes abiertos, siempre de mitad de cancha hacia arriba; Recoba y Forlán libres; Darío Silva, el “Chengue” y Regueiro de punta. En total, siete jugadores dispuestos en campo rival.

A los 14 segundos nomás, el “Chengue” mandaba la pelota adentro aprovechando un rebote. 

A los 24’ Forlán tomó un rebote fuera del área, la acomodó con el pecho y le pegó de volea metiéndola en el ángulo.

Luego Forlán se filtró en la defensa, quedó ante el arquero y definió contra el palo pero la pelota pasó a centímetros.

A los 43’ el Chengue se zambulle en el área sin que hubiera contacto con el rival (al menos abajo, tal vez hubo contacto arriba) y el holandés cobró penal. Remató Recoba contra el palo y 3-3.

Minuto 46: pelota al área; el arquero senegalés salió lejos a despejar y Varela recibió fuera del área, remató y no fue gol porque el único defensa que cubría los tres palos rechazó; la pelota tomó altura y bajaría justo para el cabezazo del “Chengue”, quien creyó que estaba parado de frente al arco, pero en realidad estaba de perfil. Pero cabeceó y le erró al arco.

Para el recuerdo quedaría la imagen de la TV mostrando a Púa haciendo el movimiento del cabezazo, como si él estuviera dentro del cuerpo del “Chengue”.

El partido terminó con un córner a favor de Senegal. Esta vez, el pitazo no fue el inicio de una reyerta como en el primer tiempo. Todo lo contrario. El capitán Paolo Montero estrechó la mano a sus rivales mientras sus compañeros se lamentaban por no haber llegado a la hazaña del 4-3.

La prensa mundial se entusiasmó con el vibrante 3-3 de Uruguay-Senegal. Hubo elogios en todos los idiomas para los celestes por su increíble reacción.

De todas las participaciones de Uruguay en los Mundiales, la de Corea-Japón 2002 ha de ser la que tuvo mayor cantidad de situaciones irregulares en la interna de un plantel. 

Al arribar a Carrasco, en el aeropuerto dos futbolistas se animaron a confesar que la relación en el plantel no había sido la mejor. Guigou dijo: “Es difícil hablar del tema… Es difícil, es mejor no hablar del tema… Entre los muchachos hablamos y teníamos diálogo…”.

Abreu: “Con algunos jugadores la relación no era la mejor. Alguna vez lo hablamos pero como el objetivo común era el Mundial, no insistimos más… Había jugadores que estaban en el banco, que querían jugar y estaban desconformes. Esto pasa generalmente”.

Desde 1970 Uruguay no podía llegar lejos en los Mundiales. Y los problemas internos siempre terminaban siendo la noticia de los diarios, por encima de lo futbolístico.

Por suerte, Corea-Japón 2002 fue el último capítulo de este tipo en la historia de Uruguay en las Copas del Mundo.

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