El FMI corrige a la baja sus previsiones de crecimiento global por el impacto de la inflación y la guerra de Ucrania

El organismo eleva su pronóstico de inflación este año hasta un 8,3% global con respecto al cálculo de abril, el 6,9%.

Los nubarrones que se ciernen a corto y medio plazo sobre la economía mundial han obligado al Fondo Monetario Internacional (FMI) a actualizar las previsiones de crecimiento global que publicó en abril. Y la revisión es “abrumadoramente a la baja” por culpa de una tormenta perfecta: el impacto en el precio de la energía y el mercado de materias primas de la guerra de Ucrania, la inflación desbocada en EE UU y la UE y el encarecimiento del precio del dinero para atajarla, así como nuevos coletazos del coronavirus, han vuelto a gripar el desarrollo tras un 2021 de animada recuperación pospandémica, con un crecimiento del 6,1%.

“Las perspectivas se han oscurecido considerablemente desde abril”, ha dicho este martes el economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, durante la presentación del informe en Washington. “El mundo puede asomarse pronto al borde una recesión global, sólo dos años después de la última”, dijo Gourinchas, en alusión a la producida por la emergencia sanitaria en 2020. El riesgo es especialmente preocupante por el estancamiento de las tres mayores economías mundiales, las de EE UU, China y la eurozona. EE UU tiene un estrecho margen para evitar la recesión, ha Gourinchas. “Un pequeño shock podría ser suficiente” para ese escenario, ha subrayado.

El nuevo escenario del Fondo arroja un panorama de crecimiento mundial del 3,2% este año y un 2,9% en 2023, una disminución de 0,4 y 0,7 puntos porcentuales, respectivamente, respecto de las estimaciones publicadas en abril. Con una previsión de crecimiento cercana al 3%, las probabilidades de rebaja en el PIB global o el PIB global per cápita, que suelen asociarse al riesgo de recesión, preocupan al Fondo, que aventura “un debilitamiento significativo de la actividad en la segunda mitad del año”, según el informe. No obstante, pese a advertir de los riesgos, no prevé que la economía estadounidense en concreto entre en recesión este año y el próximo.

Así, estima por ejemplo que la probabilidad de que comience una recesión en las siete economías más avanzadas del mundo (G-7) es de casi el 15% —cuatro veces su nivel habitual—, y algo más, en torno al 25%, en el caso de Alemania, por su exposición y dependencia del gas ruso. Para Estados Unidos, algunos indicadores, como el modelo de cálculo de la Reserva Federal de Atlanta, sugieren la posibilidad de una recesión técnica (definida como dos trimestres de crecimiento negativo) que podría haber empezado ya (el PIB se contrajo un 0,4% -un 1,4% en tasa anualizada-, en el primer trimestre; el dato del segundo se conocerá este jueves). No obstante, ese escenario de “recesión técnica” es un concepto “un poco más complejo” que el encadenamiento de dos trimestres seguidos de crecimiento negativo, ha matizado Gourinchas.

Si las estimaciones de crecimiento son negativas, las relativas al curso de la inflación entran dentro de la categoría del pesimismo. Para este año, el FMI ha elevado su previsión a un 8,3% global, en tasa anualizada, desde el 6,9% de abril. Las economías avanzadas se llevan la peor parte de los cálculos este año, con una estimación del 6,6% (un 9,5 % en los mercados emergentes y economías en desarrollo), revisiones al alza en 0,9 y 0,8 puntos porcentuales, respectivamente, sobre las de abril. La espiral inflacionista registrada en los últimos meses en el Reino Unido (con un pronóstico del 10,5%, un 2,7% más que abril) y la zona euro (el 7,3%, un aumento del 2,9%) ha influido considerablemente en el ajuste del Fondo. Para 2023, los pronósticos permanecen sin cambios significativos, apenas un 0,2% de incremento con respecto a abril, con la esperanza de que las subidas de tipos de los bancos centrales, con la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo a la cabeza, y el abaratamiento de los precios de la energía surtan el esperado efecto. El nuevo cierre parcial del grifo de la energía rusa, anunciado este lunes y por tanto no reflejado en el informe, añade sin embargo una nueva incógnita a la ecuación.

El peor escenario posible, aquel en que los riesgos que apunta el informe se materializan, incluida “una fragmentación geopolítica que obstaculizara el comercio y la cooperación globales”, sería el de una recesión acompañada de una inflación alta, fenómeno que se conoce como estanflación, adelanta Gourinchas. Eso frenaría de golpe el crecimiento global, reduciendo el crecimiento a cifras en torno al 2,6% y el 2% este año y el próximo, respectivamente, una tasa, la del 2%, que sólo se ha dado cinco veces desde 1970, avisa el FMI.

En lo tocante al PIB, la corrección a la baja de los cálculos para China y Estados Unidos, así como para la India, que tiran hacia abajo del crecimiento global, refleja la materialización de los riesgos destacados en abril: una desaceleración más pronunciada en China debido a nuevos confinamientos para atajar brotes de covid-19 y el agravamiento de la crisis inmobiliaria, así como el endurecimiento de las condiciones financieras globales por un aumento más drástico de lo esperado de las tasas de interés por parte de los principales bancos centrales para frenar la inflación.

Desaceleración económica en China

La revisión del crecimiento para las principales economías avanzadas en 2022 y 2023 “se inclina abrumadoramente a la baja”. La economía de EE UU crecerá 1,4 y 1,3 puntos porcentuales menos de lo previsto este año y el que viene, como reflejo de una ralentización en los dos primeros trimestres de este año por el menor impulso del consumo privado a causa de la inflación y el endurecimiento de la política monetaria. Aunque el precio del crudo, en sostenido descenso en el último mes -salvo un repunte este lunes-, permite albergar ciertas esperanzas, la realidad cotidiana no da lugar al optimismo: el aumento en el precio de los productos de la canasta básica resulta palpable semana tras semana. El abaratamiento del crudo, además, tarda más exponencialmente en percibirse que su carestía.

La diferente exposición de los países a los desarrollos subyacentes de la coyuntura global arroja resultados tan variables como inquietantes. Para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, las revisiones negativas del crecimiento en 2022 y 2023 reflejan principalmente la fuerte desaceleración de la economía de China y la moderación en el crecimiento de la India. China ve rebajado su crecimiento en un 1,1%, hasta el 3,3%, el crecimiento más bajo en cuatro décadas excluida la fase inicial de la pandemia. La previsión de la India pierde 0,8%, hasta un envidiable 7,4%. Para Europa, el FMI pronostica este año una rebaja del 1,5% con respecto al informe de abril. América Latina y el Caribe suman, con una revisión al alza de medio punto porcentual este año gracias a la fuerte recuperación de las grandes economías (Brasil, México, Colombia y Chile). Los países de Oriente Medio, Asia central y el África subsahariana no registran cambios notable

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