El juicio

Los infantilismos que se mezclan con una manija brutal terminan siendo chispas en praderas secas sino se atienden rápido y de manera contundente.

La semana pasada nos vimos sorprendidos por la ola que surfearon algunos ediles de los partidos tradicionales de Montevideo. Arriba de una ola de medias verdades, que terminan siendo mentiras y de una continua manija presente en pequeños grupos de los partidos tradicionales en un afán de sacar pechera interna de cara a las elecciones, se terminó consumando uno de los episodios mas triste, nefasto y peligroso de los últimos tiempos en materia de construcción política.
No es novedad que en Uruguay además de ser 3 millones de directores técnicos, tenemos mil opiniones sobre la realidad y sobre lo que debiera pasar en el futuro. Que, sin embargo, arriesgo a decir, a la hora de enumerar los problemas trascendentes para el país, en los primeros 5 hay un acuerdo tácito en general, aunque podamos discrepar en como los resolvemos.
Entiendo que un valor fundamental de la democracia es la del derecho a disentir, a pensar distinto y a plantear las diferencias con la pasión necesaria con la que se defienden las ideas. No hay democracia que florezca en unanimidades ni tampoco en consensos generados por la sumisión.
Recuerdo claramente en las movilizaciones estudiantiles contra la reforma educativa y las actas represivas que impulsamos en el año 2000, donde no teníamos inconveniente ninguno en expresar nuestras diferencias y expresar también nuestras propuestas, con marchas, cortes de calle, ocupaciones estudiantiles con una tensión importante. Sin embargo, aún en esas situaciones, cuando se promovía un espacio para el dialogo allá estábamos, expresando con firmeza pero sobre todo con la honestidad que caracteriza a quien está convencido de sus ideas lo que nos parecía necesario. Son las reglas del juego, no hay misterio.
Ahora bien, no se puede hacer política de ningún tipo desde el capricho. El capricho esconde siempre un germen fascista de asumir que el otro o la otra no valen nada, que sus ideas no valen y por lo tanto los podemos pecherear sin problemas.
En la iniciativa que tuvieron los ediles de los partidos tradicionales de Montevideo para impulsar el juicio político, no hubo tanto una búsqueda de distracción de la agenda política vinculada al caso Anastasio, como una real y peligrosa consideración de que el camino es el Juicio Político, de que el camino es la destitución, eso que veíamos asorados en Brasil y otros países de la región.
Es importante mencionar esto para no quitarle trascendencia a lo sucedido ni responsabilidad a sus impulsores. El objetivo era claro, atacar a Carolina una de las referencias políticas mas fuertes que tiene el frente amplio hoy, atacarla además con el arma mas usada por las derechas reaccionarias de America Latina en estos tiempos, e instalar la idea y posibilidad que no les tiembla el pulso para destituir a un cargo electo si tuvieran los votos. Por otro lado y no menor, está el hecho de que Carolina, es justamente Carolina. La prepotencia machista esta siempre asociado a las práctias fascistas. Estos 4 elementos son el centro neurálgico del ataque. Por tanto, pensarlo como una cortina de humo para tapar otras cosas es menospreciar la intencionalidad contra democrática que tienen estos ediles.
Por eso se hacía tan necesaria la salida rápida de dirigentes del oficialismo a nivel nacional que quiten apoyo a esa locura de juicio político. Porque esa chispa estaba a la espera de la pradera seca que iniciaría el fuego. Ya estaban agazapados en algunos rincones, con carteles escritos de “fuera Carolina” que iniciaría el proceso para dar temperatura al debate que esperaban en el senado.
De este modo, quedó semi extinguido el fuego que impulsan estos ediles. Se, me consta que además de las voces oficialistas a nivel nacional, muchos militantes de base, de los barrios de los partidos tradicionales no les cayó para nada en gracia que sus ediles hicieran tamaño planteo. No porque no puedan tener discrepancias con cosas que haga la intendencia, que son siempre validas aunque se compartan o no, sino porque las bases son mucho más sabias que estos muchachos que interpretan el mundo a través del papel protagónico que se comieron por ser ediles.
Por último, claramente el tiro le salió por la culata. Carolina muestra una vez más su capacidad de liderazgo y sobre todo, cuando uno recorre los barrios de Montevideo, da cuenta del respaldo que tiene en propios y ajenos por las acciones que viene realizando la intendencia.

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