Con un minuto todavía por jugarse el partido se paró y todos, los argentinos, los australianos y el resto de los presentes, detuvieron el tiempo para aplaudir de pie a Luis Scola. Un momento que quedará grabado a fuego en la historia de los Juegos Olímpicos.
«Me agarraron con la guardia baja, no me lo esperaba. El partido todavía se estaba jugando. Es un regalo: el respeto de los compañeros y los rivales se siente como un premio final», dijo, emocionado, el histórico ala pivot de la Selección Argentina tras la caída ante Australia que habrá marcado el epílogo de su trayectoria.