Se trata de una transición completa en todos sus niveles. Además de los típicos cambios biológicos (crecimiento, mayores niveles hormonales y cambios en la apariencia…), se generan nuevas perspectivas y opiniones sobre el mundo que los rodea. Es durante la adolescencia que muchos jóvenes se plantean ciertas realidades o formas culturales, sociales y hasta políticas. Los encuentros y las charlas con otros logran contener, en algunos casos, mayor grado de interés y curiosidad sobre determinados temas. Si bien todas las etapas de la vida de una persona son muy importantes, porque serán la base y estructura del adulto en que se transformará, la adolescencia implica un momento oportuno donde suele ser beneficioso nutrir y reforzar los intereses y curiosidades de los jóvenes.
Al pasar del mundo de la niñez al mundo del adulto, es muy relevante que el joven cuente con referentes que lo guíen y lo contengan frente a ese nuevo mundo al que está por entrar. Si bien también es característico que la rebeldía sea algo común entre los adolescentes, eso no quita que necesiten orientación y contención ante tantos cambios simultáneos.
Poner límites en esta etapa resulta ser fundamental y todo un desafío a la vez, ya que se trata de enseñarles sobre las oportunidades que el mundo adulto brinda, pero a su vez es necesario hacer saber sobre los riesgos y los peligros que existen en ese mundo también. Quizá una de las claves en la transmisión de esas enseñanzas y consejos sea poder darles ese conocimiento sin apelar a transmitir miedos, inseguridades o lastimando el autoestima.
El rol del adulto referente, o quienes se encuentren acompañando los cambios de los jóvenes resulta ser fundamental. Además de ayudar en esa transición y muchas veces oficiar de guías para los adolescentes, sus actitudes y comportamientos funcionan a modo de ejemplo para los jóvenes. Es por eso que resulta ser muy relevante que exista una coherencia entre lo que se enseña y lo que se hace. Por otro lado es importante entender que ser un referente, o alguien que acompaña el crecimiento de un adolescente, no implica tener que convertirse o tomar la actitud de un adolescente. Si bien el joven necesita ser comprendido, sostenido, defendido y guiado, eso no quiere decir que el adulto referente deba adoptar una actitud de otro adolescente.
Por otro lado la comunicación y la contención emocional con los adolescentes hacen la diferencia. Hacerles saber que se entienden y se reconocen los cambios que van ocurriendo en la vida del joven cobra cierta relevancia en el desarrollo personal del adolescente también. Reconocer sus méritos y sus logros los fortalece y les otorga confianza para continuar creciendo y desarrollándose.
Acompañar, compartir experiencias y consejos, mantenerse abiertos a sus planteos y a la vez ofrecerles confianza, seguridad y protección resultan ser factores elementales de implementar durante esa etapa llamada adolescencia.