Franklin, Historia de un billete

Un trhiller a la argentina dirigida por el uruguayo Lucas Vivo García Lagos

El título puede prestarse a confusiones por lo que, de entrada, conviene aclarar que hace referencia a la imagen de Benjamin Franklin impresa en los billetes de cien dólares de Estados Unidos. Un papel moneda que, en la trama del filme, circula ensangrentado de una mano a otra como parte de una historia que toma al hampa argentina como núcleo duro del argumento, en el contexto del bajo mundo de la vecina orilla. 

El director de esta propuesta es el uruguayo Lucas Vivo García Lagos que se pone al hombro un policial “duro” -que no deja tener sus rincones de humor negro- sobre un ex-boxeador (Germán Palacios) que decide dejar atrás una vida delictiva pero debe hacer frente a la organización criminal a la que perteneció en el pasado. Una tarea nada fácil que se complica con la orden de matar a su pareja (una Sofía Gala que sigue creciendo en la pantalla grande) o ser liquidado para no dejar ningún cabo suelto. 

El panorama que logra el filme sobre ese sumergido mundo de la delincuencia tiene un estricto sabor de realidad, muy bien logrado, que suma para prenderse al argumento y seguir viaje desde la butaca frente a los acontecimientos que propone la película. En este sentido no está de más subrayar la presencia de Daniel Aráoz como capo mafioso de la organización, donde juega su papel de villano con gran solvencia entre balazo y balazo. 

La producción no es una maravilla del séptimo arte -por cierto- pero resiste críticas mayores y se deja ver como un pasatiempo ágil sin más pretensiones que conectar en directo con un espectador receptivo para con este tipo de largometrajes que, si bien se enmarcan a nivel del Río de la Plata, no dejan de reflejar influencias del cine negro norteamericano. 

A pesar de lo señalado, “Franklin. Historia de un billete” logra plasmar su autenticidad contextual, como decíamos, a través de una galería de personajes perfectamente reconocibles en la realidad de un nuevo siglo donde el crimen organizado y el narcotráfico parecen haber copado espacios singulares de nuestra sociedad. 

De todas maneras conviene aclarar que el cineasta Lucas Vivo no busca un análisis social en su registro sino esbozar un contexto ideal para ubicar la acción. Más allá que el desenlace pueda resultar previsible y similar a lo que, muchos años atrás, Sam Peckinpah proponía en “The getaway”, esta historia del billetito resulta entretenida y con una disfrutable dosis de acción. Vale.

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