Iluminados y descabezados

"Vidas encajonadas, Reensamblajes conceptuales" de Claudio Rama

La televisión, la amigable TV, la cajita que nos ilumina y nos realiza como personas, y que también nos cambia, está en el centro de nuestra vida. Nos informa y alimenta nuestra mirada, pero a al tiempo deforma nuestra vista. Es el lente que los permite ver. Es el lente que nos ilumina y nos acerca imágenes menos borrosas de las cosas que suceden y están lejos, y también es el cristal que deforma y manipula nuestros ojos. Pero, estar bloqueado a la información, a esa luz, es perder parte de lo “humano-colectivo”, y volvernos “animales aislados”. 

Algunos ya han sido rociados por esas luces, quemado sus cabezas y no tendrán iluminaciones nuevas. Otros estarán siempre dispuestos a recibir nuevos velas en la oscuridad. También están quienes están cerrados para que nada más les confunda sus nuevas verdades. Pero todos estamos atentos y dispuestos a la curiosidad de ver alrededor y a las miradas de los otros. La TV también nos borra otras luces. Algunos dicen que no les impacta ni conmueve ni mucho menos cambia la vida. Pero a la mayoría nos devoran esas iluminaciones y flashes de información que nos crean nuevos relatos. No es ella la culpable para algunos sino quienes ponen su cara en la pantalla y nos hablan. ¿O nosotros que estamos dispuestos a creer y nos ponemos enfrente de sus emisiones? ¿Dónde está la diferencia entre el masaje y el mensaje? Expectantes, curiosos y deseosos de lo que nos quieran decir mientras sentimos que nos iluminan, que nos inundan de luces desde esa caja del televisor donde nos encerramos. El cuarto oscuro donde ella nos ilumina es el espacio del masaje del mensaje. Y ya se está moviendo con nosotros con nuestros celulares. El televisor es el cuarto donde estamos, el canal del mensaje continuo. ¿Es mejor la oscuridad de la confusión o la iluminación siempre deformada que ella nos aporta? El mensaje es también el instrumento. 

La sonoridad, el color, el tamaño, la cercanía, o la comodidad del manejo. Cada día más sutil y realista, más cercana e íntima. La TV ha sido y es la puerta que nos abre a otros lugares, a otros sujetos con los cuales ya estamos comenzando a dialogar, aunque por ahora casi solo escuchemos. Ella es la tentación de acercarnos a la ventana de otros mundos, aunque sean deformados. Es nuestra caverna de las sombras. No importa que no sean realidades, sino fantasías. La realidad son solo miradas y presunciones. Nos crea mundos donde vivir y soñar, nos reafirma lo que ya sabíamos incluso antes de los hechos. Y con ella somos también objetos de estudio y de medición de nuestros actos. De las horas interminables que la vida que se nos va frente a ella. Ahora nuestra vida está dentro de esa caja, de esas luces mensajeras donde nos encerramos. No podemos salir de ella, ni escaparnos de sus mensajes que nos iluminan y manipulan, nos guían y nos pierden. Nos queman y cambian nuestras ideas, y también nos dan nuevas miradas y perspectivas que nos humanizan y nos hacen más racionales. Nos animalizan: nos manejan con la lógica pavloviana de reacción simple y mecánica. 

Y también nos humanizan. La vieja cajita crece y crece. Ocupa más espacio, sonido y color en nuestras vidas. Permite llegar a más personas y tiene mejor calidad de imagen y sonido cada día. Es cada vez más parecida a una ventana sobre la realidad de algún distante lugar. Se conecta por aire o por cable, es local o global, fija o móvil, en dos o pronto en tres dimensiones. A color o blanco y negro, de miles de pixeles o apenas de unos pocos. Sabemos será en tercera dimensión o en holografía, que traerá algún día olores y sabores. Ella se acerca a nosotros día a día y en todo lugar. Es nuestra cotidianidad y de todos nuestros entornos. Es más que una caja que nos ilumina, da calor e informe del tiempo. Es nuestra vida misma encajonada. Es nuestra familia. Ahora solo escuchamos pero pronto en esta red seremos actores. Y sin duda podremos comprar mejor en esa caja que nos engulle más minuto a minuto desde que nació. . 

«Iluminados y descabezados», forma parte de la muestra «Vidas Encajonadas», obras plásticas y textos de Claudio Rama, expuesta en Tribu, Maldonado 1858, de martes a sábado desde las 5 pm, bajo producción de Pincho Casanova de Pozo de Agua. 

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