La importancia del consumo de carbohidratos

Gran cantidad de las propuestas actuales que tienen como fin adelgazar, están basadas en la reducción del consumo de hidratos de carbono. Cada vez existe más evidencia que demuestra que estas dietas carecen de eficacia y presentan varios riesgos a nivel de salud.

Foto: Pexels

Las dietas que proponen adelgazar a partir de una baja ingesta de carbohidratos no propician una pérdida de peso superior ni mayores cambios en los factores de riesgo cardiovascular, en comparación a los regímenes basados en un consumo racional de hidratos de carbono. Lo adecuado para perder grasa corporal es no restringir ningún grupo alimenticio. Así lo aseguró el nutricionista y doctor en Biología Molecular y Funcional, Ramón de Cangas, lamentando que “mucho se ha hablado de nutrientes y poco de alimentos”.

Según su parecer, también hay que tener en cuenta “el concepto de matriz alimentaria, que es definido como el entorno en el cual la interna de un alimento se encuentra recubierta por el conjunto de nutrientes y sustancias que le conforman, generando interacciones entre sí y modulando los efectos fisiológicos en el organismo”. Por lo que centrarse solo en los nutrientes puede llevar a errores “como pensar que los hidratos de carbono han de reducirse para adelgazar”.

Las dietas bajas en carbohidratos han sido popularizadas a lo largo del tiempo debido a que tal y como señala la médica especialista en medicina interna y dietista, Miriam Ruiz, en un principio “pueden observarse resultados rápidos en el descenso de peso, lo cual es atractivo para la gente que busca perder bastantes kilos en poco tiempo”. Esto es debido a que generan “un déficit calórico importante de una forma relativamente sencilla”. 

Por lo general, estas dietas son cómodas de llevar a cabo pues no se necesita pesar alimentos ni controlar cantidades. Incluyen alimentos palatables como lo son el queso o los frutos secos que se restringen en las dietas hipocalóricas comunes. Además, no se pasa hambre porque suelen ser altas en proteínas (lo que conlleva sentirse saciado fácilmente) y a su vez generan cuerpos cetónicos (que inhiben el apetito).

En torno a las razones por las cuales este tipo de dietas carecen de efectividad, estas se fundan en que todo resultado para considerarse “bueno” debe de ser sostenido a largo plazo, y es ahí donde los menús que restringen los hidratos de carbono fallan. 

“No todo lo que brilla es oro”, aseguró Ruiz. “Como toda dieta cuyo principal objetivo sea la pérdida rápida de peso en lugar de la creación de hábitos saludables, estará destinada al fracaso”. Además, teniendo en cuenta que este tipo de dietas “son extremadamente restrictivas, excesivamente hipocalóricas y basadas en alimentos prohibidos, lo cual suele generar poca sustentabilidad a largo plazo y en consecuencia generar efectos secundarios como adaptaciones metabólicas y el famoso efecto rebote”.

De Cangas explicó que, el descenso del consumo de carbohidratos implica incrementar la ingesta proteica de origen animal, lo cual puede generar un aumento riesgoso de ciertas enfermedades crónicas.

Al comenzar una dieta baja en hidratos de carbono, la reducción brusca de estos nutrientes puede conllevar a efectos secundarios (la mayoría provisorios) por falta de adaptación, algunos de estos pueden ser: Deshidratación y pérdida de minerales, sed excesiva, cansancio, palpitaciones, mareos, dolores de cabeza, antojos, alteración del sueño, disminución del rendimiento deportivo, incluso la pérdida de la regla en las mujeres.

+Datos:
Las dietas bajas en carbohidratos difícilmente son la solución definitiva para reducir el sobrepeso y/o la obesidad. Los profesionales en nutrición tienen en claro que, tanto para las personas que necesiten adelgazar como para las que no, que el mejor modelo existente es la dieta mediterránea.

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