Primer Noche del Exilio – China Zorrilla, Ducho Sfeir y los Olima

Tras el Golpe del 73, hubo un tiempo de incertidumbre, hasta que nos encontramos con mis viejos, cada uno fue por su lado, en Buenos Aires. Creíamos que el exilio empezaba para todos. Como veremos una y otra vez hasta mayo del 76, cada vez que les veía no sabía si empezaba mi exilio o si volvería. Es curioso, ese encuentro fue así: Pocos días después, me venía a Montevideo, como veremos. Pero ese día, ni lo pensábamos. Nos habíamos encontrado. El brindis del reencuentro de los tres, fue ir a ver a China. Y ella llevó a ver a los Olimareños y a Ducho Sfeir.

Estaba actuando, creo no equivocarme, en “Querido Mentiroso” con Villanueva Cosse, padre de nuestra Intendenta capitalina.Terminada la obra, fuimos a su camarín. China, vieja amiga de mis viejos, siempre fue muy expresiva. Cuando nos vio, se conmovió de una manera que casi nos arranca lágrimas. Rápidamente, nos dijo “vengan que me encuentro con unos uruguayos que andan por acá”. 

Fuimos al departamento de Álvaro Carbone, un periodista que, tres años después iba a ser muy solidario, cuando se llevan a Toba y Zelmar. Había varios uruguayos. Un matrimonio que, por entonces no conocíamos: el Dr. Elías Bluth y su esposa. Con los años fue Secretario de la Presidencia del Dr. Sanguinetti. Cuando publicamos nuestro último libro con Luis Vignolo, le pedimos a ellos que redactaran sus recuerdos de esa noche.

Los otros eran nada más ni nada menos que “Los Olimareños” y Ducho Sfeir. (Con el tiempo, en este pequeño mundo Ducho fue tía de mis hijos). ¡Qué manera de distraer al dolor que teníamos adentro! Ducho cantó tangos y los Olima lo suyo. Muchos años después, se iban a cruzar en Londres con mis viejos de donde nació una amistad muy linda.

Así pues, la primera noche del exilio la pasamos con China. Eso hizo, como ya veremos que con los Olima, con los que se consoliden el exilio una amistad muy fuerte, terminarnos años después el exilio que, por lo menos para mis viejos empezaba esa noche. 

Mistares, cada uno por su lado, eran amigos de China desde muchachos. Se ennoviaron (militando por la República Española durante la Guerra Civil), siguieron por siempre la amistad con China. A fines del 70, mi hermana ya casada y mi hermano viviendo en el interior, nos mudamos con mis viejos a Pocitos. Avenida Brasil y la Rambla. Aún está el edificio, con sus largos ventanales octogonales. Allí se mudó la familia Amorim Zorrilla, Inés, hermana de China.

Como pasa con tanta gente querida, la vida hace lo suyo y hace años que no los veo. Pero éramos como… como primos. Ellos en el 1º y nosotros en el 7º piso. El Lobo, Inesita, Laila, Juan Luis, Pásula… El ascensor hacía varias veces al día, el recorrido ida y vuelta del 1º al 7º , del 7º al 1º. Otra veta más de amistad con la familia de China que afianzó aún más la relación con ella. Mamá y papá eran ya muy amigos de Gumita, otra hermana de China. 

No hubo obra de China, en Buenos Aires a las que los viejos no fueran hasta que el largo brazo del Plan Cóndor se llevó la vida de Zelmar y Toba y debimos alejarnos de Buenos Aires. Pero una década después, yo volvía, cuando el triunfo de Alfonsín que marcó el fin de la dictadura y los viejos para su Asunción.  

En medio había pasado una vida y los olimareños iban a casa de mis viejos en Londres, donde a papá le gustaba hacerles empanadas de carne cortada a cuchilla. Ducho estrenó Clase magistral. Yo fui Embajador siendo Bluth Secretario de la Presidencia. La vida de todos se cruzaba con la de los demás.

A la hora del regreso a Uruguay, nos reencontramos con China nuevamente. Ya en Uruguay fuimos a la función del regreso, en el teatro del Notariado, en diciembre del 84, “Emily” de William Luce. Papá había sido liberado días antes. 

Estos gratos recuerdos, reviven con una fuerza impresionante, durante mi desempeño como Embajador de Uruguay en Buenos Aires. Podremos discutir con los argentinos donde nació Gardel Pero a China no la disputamos, la compartimos.

Fue la “madrina” de la Embajada. Sentía un gran orgullo por el hecho de que su padre fuera el autor de la estatua de Artigas que hay en la Plaza Uruguay. (hoy, hay a su lado un busto de Wilson). Solía contar un diálogo con un taxista. Comenzó ella:

– Ese monumento lo hizo mi padre…

– Si, José Luis, que era escultor… no había antes un Artigas en Buenos Aires. (respondió el chofer)

– ¿Y usted cómo sabe todo eso?

– Porque el mes pasado me lo contó cuatro veces.

No importa si es cierto. Le encantaba el cuento. “Si non e vero ben trovato”

No faltó un solo 25 de agosto. Primero a la plaza, luego al brindis en la Embajada.

Cuando el gobierno argentino me despidió, me condecoró y ella estaba a mi lado. Me queda la sensación que hasta que descoló el avión del regreso, China me sostenía el brazo.

Estaría cumpliendo cien años. Y las conmemoraciones nos la han traído cerca nuevamente. Hace unos días, estuvimos en la subasta de cosas que le pertenecieron. Desde libros, (Una edición de 10 ejemplares de Tabaré de Don Juan Zorrilla), obras de arte. Las alhajas hablan mucho de China. Sencillas como era ella. También hubo una muestra en el museo Zorrilla.

Como la recordamos acá, la recuerdan en Argentina. Cumplió 37 años la extraordinaria película “Esperando la Carroza”. Un elenco binacional: desde nuestro compatriota Juan Manuel Tenuta a Brandoni, Gasalla. Algunos muy jóvenes empezaban su carrera como Grandinetti. Actores y actrices consagrados y otros daban sus primeros pasos. Andrea Tenuta, Enrique Pinti (recientemente fallecido), Mónica Villa, Betiana Blum… Impresionante. 

Por el eco que tuvo el aniversario en Argentina, me enteré de cosas muy interesantes. Por ejemplo, la existencia de los “Carroceros”. Cientos de hermanos y hermanas argentinos y argentinas fans de la película que se han organizado para recordarla. La casa donde se filmó, en la calle Versalles, ha sido declarada de Patrimonio, y ya se está recibiendo visitas, de otros fans.

Esperando la Carroza no envejece. Ha incorporado al lenguaje popular expresiones como “yo hago puchero, ella hace puchero, yo hago ravioles, ella hace ravioles…” o las tres empanadas con que quisieron alimentar a Brandoni.

Esa es la China que recuerdo, que recordamos hoy. Me alegro que se celebre su nacimiento, y ojalá nunca la fecha en que nos dejó. Sería una contradicción conmemorar la muerte de China. Ella era vida, siempre vida. Ella viva, e intensa. 

Hace poco Rosana, mi Sra. entrevistó a Braulio, que recordaba con afectuosa nostalgia ver llorar a mi viejo escuchando “Ay paisito” entre el público de un recital. Con Pepe nos hemos vuelto a ver. Cuando se fue Ducho de este mundo nos dejó a todos su recuerdos, y a mi dos sobrinos nietos, mis hijos.  

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