Reflexiones: Humanos

La historia de la humanidad está plagada de cambios y transformaciones, de avances, de desarrollos impresionantes. Si hay algo que nos define como especie es nuestra capacidad para adaptarnos a determinadas circunstancias, aun las más rudimentarias.

por Camilo Alvarez Lopez

Si algo nos diferencia de otros animales es esa necesidad de encontrarle sentido a la vida, de enfilarnos detrás de algún proyecto que nos permita realizarnos como individuos, pero sobre todo como especie, aportar a nuestros hermanos algo más que respiración.
Es verdad que por momentos existe, bien pegadito a la capacidad de adaptarse, la capacidad (necesidad a veces) de acostumbrarse. Y cuando esta última refiere a cierto estándar de calidad o reconocimiento, se hace difícil volver…
He escuchado muchas veces y en muchos argumentos decir que la vida es un regalo, yo no lo comparto, más bien creo que la vida es una milagrosa casualidad. Pero si fuera un regalo, incluso así, debería considerarse la idea de que un regalo, para ser tal, precisa de la aceptación de quien lo recibe, sino se convierte en una imposición. Aunque se trate de la vida. Más aún, a un regalo, el uso se lo da quien lo recibe, aunque no tenga nada que ver con lo pretendido por quien lo regala.
Soy de los que piensan que como humanidad hemos llegado a hombros de gigantes al lugar donde nos encontramos hoy, pero también que muchos sobre esos hombros han hecho las atrocidades más grandes (y las más chicas y cotidianas, que muchas veces son cruelmente peores que las grandes). Sin embargo, no hay santos sin pasado ni pecadores sin futuro como dicen, y en la práctica cotidiana está la posibilidad de asumir aquel final de cuento de Javier de Viana, “para ser hay que ser”.
Los imperios más grandes se agrietaron, las transformaciones más profundas fueron realizadas a partir de un contexto que parecía imposible modificar. Esa idea del éxito como algo individual y sobrehumano, irá, de a poco dando paso a la comprensión de que no hay mayor milagro que la organización y lo colectivo por el bien común.
Asistimos a un tiempo de inexorablemente cambiante, donde se nos presenta un mundo donde impulsos electromagnéticos disfrazados de dinero, circulan de una punta a otra de la tierra, invirtiendo y ganando a costa de la exclusión de millones y de la propia vida sobre la tierra, tema sobre el que hemos escrito muchas veces.
Tiempos donde una verdad se puede construir a partir de dos o tres videos de YouTube o un par de publicaciones en las redes sociales. Ya no hay ni concepto de paradigma, de núcleos duros, ni falsacionismos etc, ahora tan solo en un par de click se construyen verdades trascendentes que movilizan de manera fervorosa a miles.
Las respuestas deben ser, más que nunca, desde una solidaridad total, debemos escuchar el llamado de quienes durante siglos no han tenido voz. No es tiempo, nunca lo fue, ni de elitismos autoritarios, ni de basismos demagógicos, sino de prácticas y luchas radicalmente pedagógicas.
En última instancia, sería bueno que los votos valgan un poco más caros que la promesa de un trabajo, de una tarjeta de medicamentos o de una chapa. Como nos decía Freire, el sistema no le teme a los pobres que tienen hambre, le teme a los pobres cuando piensan por sí.
Los temas que siguen movilizando a los pueblos, hoy y siempre son los del Pan, el Techo, el Trabajo, la Paz y la Vida.

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