Uruguay open y Next Gen

Se vieron muy buenos partidos en los courts del Lawn, en el Uruguay Open; mientras que la Next Gen ya se asoma para disputarle el lugar a los cracks ya establecidos del circuito.

Terminó el sábado en Turín el Masters de los jóvenes, la Next Gen que ya se asoma para disputarle el lugar a los cracks ya establecidos del circuito, con triunfo del yanqui Brandon Nakashima sobre el checo Lehecka. Siempre digo que la jerarquía de un torneo la dan sus campeones, y este Mini Masters tuvo en ese sitial a fenómenos como Tsitsipas, y Alcaraz , así que el certamen vale mucho, pero esta vez no me queda la sensación de un futuro número 1, como pensé que iba a ser el griego, y por ahora le erré, y como estaba seguro iba a ser el Muchacho Maravilla y lo fue antes de lo que pensaba, así que estoy 1 a 1 en pronósticos del futuro. Es cierto que no todas las generaciones son iguales, pero solo comparar los finalistas del 2021, Alcaraz y Korda, con los del 2022, Nakashima y Lehecka, nos da la pauta de que la calidad en el tenis no se da en todos los años.

El otro tema de la semana que pasó es el Uruguay Open, ya en su edición 22, de la mano de Diego Pérez, nos acerca la posibilidad única de ver tenis de gran nivel en las canchas del Carrasco. Este año el cuadro no fue de los mejores, para empezar no estuvo Pablo Cuevas recuperándose de una lesión y además el mejor rankeado del cuadro, Federico Coria, tuvo que ausentarse por una lesión de último momento, a pesar de lo cual se vieron muy buenos partidos en los courts del Lawn, y para mí el mejor de todos fue la Semi entre el alemán Daniel Altmaier y el argentino Tomas Echeverry, 84 y 80 del ranking respectivamente, un partido ATP y no de Challenger, de 3 horas 24 de juego, definido a favor del rioplatense en el tie break del tercero, empezó a las 21 10 y terminó al otro día, a las 0 25 del domingo , con las tribunas aplaudiendo rabiosamente cada punto, en fin, un partidazo.

Pero me interesa meterme en la interna del mundo Challenger, el de los laburantes del tenis, el de los que empiezan a soñar con un futuro basado en la raqueta.

Para que se den una idea, en un Grande, el que pierde en primera ronda se lleva 75.000 dólares, el que pierde en estos torneos, se gana 500 de los verdes. ¿Qué quiero decir? Que muchas veces la ecuación económica no cierra, y todo se desarrolla en base a capitalistas, inversionistas que hacen su apuesta al futuro de los tenistas tanto como el propio jugador y que algunas veces ganan como el que apostó por Cuevas y el Peque Schwartzsman, el argentino Nigolian y que no te cuentan las perdidas, que deben ser muchas mas que las ganadas , a pesar de lo cual el negocio es rentable con algo de suerte y buen ojo para elegir jugadores.

Me emociona mucho ver en las tribunas a pibes de veintipoco, arrancando su sueño, con algún amigo que le hace de coach, me refiero a los que no tienen inversores detrás, con sus novias hinchando en las tribunas por el futuro campeón en sus sueños, al grito de «vamos Gordi», vi varias (si las que andan con futbolistas son botineras, ¿estas serían raqueteras?), con un sentimiento puro por sus novios tenistas, en el que el dinero por ahora no pesa. Y digo y afirmo que no pesa, porque el campeón del Uruguay Open se lleva 7.200 de los de Washington, y si sabemos lo que cuesta una temporada en el circuito profesional, alrededor de 100.000 dólares, entre viajes, hoteles, coach, fisio, psicólogo, etc, vemos que estas temporadas son a pérdida, a no ser que tengas algún sponsor de gran valor que pague esas cifras, algo imposible en estos devaluados tiempos en Uruguay y mucho mas en Argentina.

En suma, gracias a Diego Pérez podemos ver algo del mejor tenis, pasaron por Carrasco cracks como Delpo, Cañas, Coria, Nalbandian, etc, así que ojalá el Uruguay Open viva por muchos años mas.

Hasta la próxima.

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