Entre la vida y la muerte

“Vidas encajonadas”. Reensamblajes conceptuales de Claudio Rama

¿Será nacimiento o aborto, vida o muerte, salud o enfermedad, normal o cesárea?. La duda de la vida. Nacer o morir es una encrucijada de caminos durante miles de años. La mortalidad infantil era el pensamiento escondido de madres y padres en el momento en que la sonrisa y el dolor estaban muy cercanos. La vida y la muerte que siempre rondaban en esos momentos, eran también entre la madre o el hijo o hija. 

Dolor y placer en el mismo momento. La vida y la muerte como un mismo acto son parte de creencias milenarias. La reencarnación en ésta u otra vida es su expresión más perfecta. Algunas veces la muerte es la entrada a otro mundo o a un inframundo. En las geografías de las filosofías de la reencarnación de un lado están las piras funerarias y del otro los templos de la vida. La reencarnación con cambio además de especie y la muerte o la vida futura al final, es consecuencia de los comportamientos del pasado o de luchas en esa nueva dimensión con espadas y máscaras enterradas para ellas. La vida presente nos marca el futuro de la vida en la muerte. El examen del presente marca el futuro o la muerte. La resurrección o la vida eterna es el centro de muchas religiones. 

Nacemos ahora más seguros en hospitales, protegidos por la ciencia y día a día se reduce la mortalidad y los riesgos para madres e hijos. Irrumpieron múltiples formas de parto y medicamentos para garantizar la vida. La incertidumbre de la muerte se ha reducido a pasos acelerados. Hoy, la ciencia nos trae más vida que se abre camino por arriba de las circunstancias. Irrumpe igual otra agenda escondida por miles de años del fin de la vida y de cuándo ella realmente comienza. 

El aborto nos replantea esos eternos problemas hoy legalizados en un continuo debate nunca resuelto. También se distancia el placer y la reproducción, y múltiples métodos limitan la concepción. Hasta el placer y el dolor se separan del nacimiento en los nuevos templos de las clínicas de fertilidad. 

En estos días el mundo llega a ocho mil millones de personas y re replantea los límites a su capacidad de sustentación con estas dimensiones poblacionales en un planeta finito. Mucho remite a lo que pasa en una caja de cuatro paredes que llamamos quirófano donde tenemos nuestros primeros quejidos, el primer suspiro, donde nos cortan el cordón umbilical que nos daba los nutrientes y el oxígeno necesario, donde nacemos independientes y donde también muchas veces también morimos. Desde el nacer, comienza el corto o largo camino para respirar y alimentarnos solos. Tendremos vida mientras ellos estén presentes. Comenzamos el recorrido de la vida independiente, de una segunda vida.

Salimos de la bolsa que nos protege para comenzar a vivir en otras cajas de protección y construir pacientemente nuestras propias cajas de seguridad, nuestro útero donde refugiarnos y encontrar la seguridad.

En el inicio está el fin, el inicio del mecanismo de relojería que produce el crecimiento y el desgaste, la fuerza y la debilidad, la necesidad de protección y el abrazo de cuidado a los otros. Es un camino de etapas desde que nos cortan el cordón, y aún antes, pero donde siempre perduran los lazos y restos inconscientes de un pasado y también de un futuro que busca reencontrarse siempre con el pasado seguro. 

Somos apenas un eslabón en ese camino de vida, portadores de genes desde el pasado a posibles futuros, somos continuación increíble de miles de años desde el pasado y tal vez eslabones en las cadenas de otros miles de años de tiempos futuros. No lo sabremos nunca. Hoy solo fuimos un parto exitoso que nos dio la vida, una esperanza de futuro, una semilla de esperanza de poder dar frutos en ese tal vez eterno vivir de estos genes que extrañamente llegaron hasta nosotros, y que nos dejaron aquí esclavos de nuestras fuerzas y angustias. 

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