Impacto psicológico del uso de filtros en redes sociales

El uso de filtros aplicados a las fotografías con el fin de embellecer el rostro o el cuerpo, tienen la capacidad de influir negativamente sobre las personas, generando que muchos acaben por obsesionarse con una visión inexistente de la perfección, creando además, estándares irreales de belleza.

Foto: Pexels

Dentro de la población con mayor predisposición a sufrir los efectos psicológicos de este fenómeno de las redes, se encuentran las mujeres y los adolescentes. 

Durante los últimos años, la cantidad de medios a los cuales subir contenido audiovisual ha ido en incremento, y con ello la variedad de opciones para retocar la apariencia en cuestión. Están a disposición aquellos filtros que pueden agrandar los ojos, perfilar la nariz o alargar las pestañas. Sin mencionar aquellos que estilizan las piernas o reducen el tamaño de la cintura, asunto que contribuye a la creación de un estereotipo machista que se ha ido acrecentando cada vez más en torno a cómo debe verse el cuerpo de una mujer. 

No puede negarse que esto ha contribuido también al desarrollo o empeoramiento de personas padecientes de trastornos alimenticios, quienes se apegan a perseguir una imagen inalcanzable que los medios siguen perpetuando.

Los cirujanos plásticos informan el notable aumento producido en torno a peticiones de personas, que solicitan una apariencia similar a la que este tipo de filtros muestra. Incluso existe un término creado por un cirujano de Reino Unido, denominado “Dismorfia de Snapchat” y refiere a esta tendencia causada por el uso de los filtros.

Resulta inevitable compararse con el yo ideal construido por filtros que persiguen la perfecta simetría facial y durante esta comparación, existen personas que no pueden evitar obsesionarse con esa parte de ellos mismos que les disgusta. Pudiendo incluso llegar a generar complejos que no tenían antes, derivando en un trastorno dismórfico corporal.

Además, las probabilidades de sufrir otras consecuencias psicológicas (como problemas de autoestima, bajones anímicos e incluso aislamiento del mundo real) son excesivamente altas. Estos síntomas podrían acabar por transformarse en trastornos más graves como lo son los trastorno obsesivo compulsivo (TOC), la ansiedad, trastornos alimentarios o depresión.

Los adolescentes forman parte de la población más vulnerable a este tipo de consecuencias, debido a que son quienes destinan más tiempo a las redes sociales y además se encuentran en proceso de formación de identidad, la cual en parte está influida por el contexto social y el entorno. 

Al construir esta identidad nos encontramos con la conformación de la imagen corporal, entendida como la representación que el individuo construye de su propio cuerpo dentro de su mente y la vivencia que tiene del mismo.

En la era de la tecnología accedemos rápidamente a los cánones de belleza, lo que genera que se le otorgue un mayor poder e importancia a esto. La discrepancia entre la apariencia que tenemos y el ideal que la sociedad nos muestra sientan las bases para la insatisfacción corporal.

Las personas se acostumbran a enseñar una imagen de ellas mismas que no condice con la realidad, borrando esas partes de su cuerpo que para ellas requieren de una modificación. El inconveniente real se aproxima cuando deben enfrentar su verdadera imagen mirándose al espejo o saliendo a la calle a relacionarse con el mundo exterior.

+Datos:
Usualmente, quienes sufren de baja autoestima acostumbran a socializar mediante las redes sociales y mientras lo hacen su aislamiento a nivel social tiende a incrementarse, adentrándose en un círculo de dependencia y ocasionando dificultad para vincularse con otros.

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