Terrorismo de Estado – La Masacre de la Seccional 20

El viejo me tiró de la cama muy temprano. Yo tenía 19 años cumplidos un par de meses antes. Era el 17 de abril de 1972. Arismendi, diputado y Secretario del Partido Comunista (PCU) le había llamado. Habían fusilado civiles desarmados en la sede de la 20 sección del Partido Comunista. Me pide que le acompañe.

Una semana dura. El 14 Desde la Iglesia Metodista del Centro, se había ejecutado a gente vinculada al Escuadrón de la Muerte. La represalia no se hizo esperar. Asesinaron a integrantes del MLN, desarmados, en la calle Amazonas e intentaron hacer de hacer lo mismo en la Sede Central del Partido Comunista en la Calle Sierra. Lo de la 20 fue la revancha.

El intento de copamiento de la Central del PCU se hizo mientras hablaba Jorge Mazzarovich, entonces militante de la juventud. Para el último libro que escribí con Luis Vignolo, entrevistamos a Lilián Kechicihán, que por entonces era militante de la UJC. Ya se daba por muerta cuando dejó caer su cabeza al piso. 

Fue entonces sintió el inconfundible vozarrón del Toba (Presidente de la Cámara de Representantes). La sede la Calle Sierra (hoy Fernandez Crespo) era cerca del Palacio. Nunca supe cómo se enteró Toba, porque las comunicaciones no eran las de hoy. Pero les salvó la vida. Exigió a los soldados que se identifique el Responsable. Perdido el anonimato del atentado, éste no se podía llevar a cabo.

Lo de la 20 era la venganza por el frustrado atentado a la Sede Central que evitó el Toba. Cuando llegamos a la 20 el espectáculo era dantesco. Yo nunca había visto un muerto. Puse la cabeza de alguno de ellos sobre mis faldas, con la esperanza de que estuviera vivo. Mamá guardó mucho tiempo el pantalón ensangrentado. De algún modo era un “no los olvidaremos”.

Un cordón militar impedía la entrada de vehículos tras la llegada de Arismendi y la nuestra y ya con el sol alto, la de Toba, Zelmar y el Ñato Rodriguez. Una severa y temprana discusión entre Rodney y mi padre con los efectivos militares presentes, permitió que entrara una ambulancia. Yo, por lo menos, supe mucho rato después, que uno se había salvado: Machadito. Creo que aún vive.

La temprana llegada de Arismendi y el viejo había impedido que se pusieran armas dentro del local. Los habían hecho salir con las manos sobre la cabeza y matado a sangre fría. Ni portaban armas, ni las había en el local ni, como he señalado, las pudieron colocar como tenían planeado.

De la 20, con mi padre fuimos al Palacio Esteves a ver a Bordaberry. Fue la única vez que se vieron siendo él Presidente. El viejo levanto la voz y le dijo que no veía nada de lo que esperaba encontrar. “Ni siquiera rostro de tristeza”, le espetó para agregar “ni el anuncio de que se ha decretado un investigación de los hechos para enjuiciar a los culpables”.

Al salir nos sacaron una foto que publicó Ahora. No supe que el viejo había pedido la original. Pasaron más de cuatro años y el la llevaba siempre consigo. Cuando nos separamos tras la muerte de Zelmar y el Toba me la regaló dedicada: “No hay Camino Difícil con un bien compañero, un abrazo de tu padre, Londres junio de 1976

Esa tarde, esa misma tarde, Wilson dijo en el Parlamento que no debió de haber votado la Ley de Seguridad del Estado. La misma ley que el Senador y Tte. Gral Guido Manini Ríos ensalzó y homenajeó en el Senado, hace pocos días. No legisla, porque el gobierno no le vota sus proyectos, hace homenajes al terrorismo de Estado. 

Uno puede decir: que fácil, lo de Wilson ¿no? vota y luego hace autocrítica. Como presencié cuando le increpé a Bordaberry hace 50 años: negoció. Votaba negociando. Se equivocó así pero había negociado una exhaustiva investigación del Escuadrón de la Muerte. Se lo dijo en la cara a Bordaberry: “Nos traicionaste, votamos para desmantelar el Escuadrón, no para encubrir crímenes del Estado”. 

El libro sobre Wilson “Crónica de una Pasión”, de Leonardo Pereyra a quien tuve el honor de ayudar en lo que estuviera a mi alcance, está lleno de citas textuales de Wilson esos días. Todavía velaban los restos de los militantes asesinados cuando dijo en el parlamento: “No creo que la Historia del país registre tragedia mayor. No creo que episodio alguno comprometa cosas tan importantes y que además siembre semilla tan pródiga horizonte cerrado”.

Días después ante la Convención del Partido Nacional dijo : “Nos equivocamos. Les dimos facultades que no se usaron para aquello para aquello para lo que las pidieron. Quizás en alguna oportunidad hayamos olvidado que para imponer la Libertad el arma mas poderosa que el hombre ha inventado es la Libertad”.

Para mi hubo un antes y un después en mi vida. Hace pocos días hizo 50 años. Me siento muy veterano, con solo pensarlo. El próximo sábado alas 17 horas habrá un recordatorio en Agraciada y Valentín Gómez. Allí estaré y ya se, qué fantasmas del pasado volverán a cruzarse ante mi. 

Estos días, pasa todos los años, he andado tristón con los recuerdos. Pero esta vez he estado tristón también por lo que está pasando deseando que pronto no sean más que otros recuerdos. Ojalá el sábado, el Ministro de Defensa, se haga tiempo para estar presente en el homenaje. Se define como Wilsonista y bueno, allí estuvo Wilson cuando ocurrieron estos hechos.

El mejor homenaje a estos verdaderos mártires de la democracia es no dejar que los delitos de lesa humanidad y el terrorismo de Estado caiga en el olvido. “Cuando se mata a alguien, no importa si se disparó desde el Estado o un civil, es lo mismo”. Esto dijo el Ministro en estos días. Todo lo contrario de lo que sostenía sobre el tema Wilson. 

Hizo un museo en la cárcel de pueblo. El intento había sido frustrado años antes por un discurso del Senado. ¡Por Dios! Las noticias políticas dan cuenta de la conformación de un polo wilsonista. ¿Se va a hacer, negando todo lo que sostuvo y defendiendo todo lo que atacó? Yo recuerdo a Javier militante juvenil. Tiene poco que ver con el Ministro. 

Tiene derecho a cambiar. Pero que lo diga. La autocrítica merece siempre respeto, aunque no se comparta. Pero sostener que el Estado mate es lo mismo a que mate un ciudadano es muy fuerte de escuchar para un wilsonista. Es negar la existencia de los delitos de lesa humanidad y el Terrorismo de Estado.

¿Conoce la postura de Wilson esos días? ¿No tiene modo de recurrir a libros, archivos y diarios de sesiones para ver qué decía Wilson sobre los Crímenes de Estado y su diferencia con delitos comunes. Y en el caso de los comunistas de la 20 ¿Qué delito habían cometido? ¿No era legal el Partido Comunista? Los mataron, los fusilaron a sangre fría?

Se lo pido con sinceridad: que haga lo que le parezca más correcto. Tiene derecho a cambiar, pero no confunda la memoria de Wilson ocultando su verdadero pensamiento en estos temas que le eran tan importantes y que le llevaron a vivir un exilio no ajeno a los mismos peligros.

Discrepo con la nueva visión del Ministro Javier García. Es un área sensible, lo reconozco. Pero aún así, quiero decirle con respeto que lo exhorto a no deformar la historia y ser fiel a ella en lo que le sirva y también en lo que no, ante los homenajes de Manini. No use la cárcel del pueblo, que por cierto luego fue utilizada para torturar, como un atractivo turístico.

Que siga el camino que considere mejor para usted y sus expectativas políticas. Pero no deforme la historia. No esgrima el nombre de Wilson para reivindicar aquello por lo cual estuvo dispuesto a jugarse el todo por el todo. 

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